Retrato

Hace unos meses, me presentaron a un tipín muy majo que resulta ser un gran poeta español de la generación del 98. Antonio Cipriano José María Machado Ruiz, también conocido por Antonio Machado o Toñito como le digo yo desde un cariñoso respeto.

Este señor escribió muchos poemas. Hay cada poema más bonito… tengo que reconocer que me emocioné con algunos, (si aceptáis una recomendación por parte de una chiflada de la literatura, tenéis que leer A José María Palacio, es PRECIOSO).

Bueno, el meollo la cuestión es que cuando me lo presentaron, me dijeron que leyese Retrato, un poema donde, como bien dice el título, se retrata a sí mismo. Justo como hacen los pintores, pero él utiliza palabras en vez de colores. Os lo dejo para que lo leáis.

Por cierto, más abajo, hay más cosas, dadme una oportunidad, de demostrar lo que sé hacer algo medianamente bien.

RETRATO.

Mi infancia son recuerdos de un

patios de Sevilla,

y un huerto claro donde madura

el limonero;

mi juventud, veinte años en

tierras de Castilla;

mi historia, algunos casos que

recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un

Bradomín he sido

-ya conocéis mi torpe aliño

indumentario-,

más recibí la flecha que me

asignó cupido,

y amé cuanto ellas puedan tener

el hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre

jacobina,

pero mi verso brota de manantial

sereno;

y, más que un hombre al uso que

sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la

palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la

moderna estética

corté las viejas rosas del huerto

de Ronsard;

mas no amo los afeites de la

actual cosmética,

ni soy un ave de esas del nuevo

gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los

temores huecos

y el coro de los grillos que cantan

a la luna.

A distinguir me paro las voces de

los ecos,

y escucho solamente, entre las

voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé.

Dejar quisiera

mi verso, como deja el capitán su

espada:

famosa por la mano viril que la

blandiera,

no por el docto oficio del forjador

preciada.

Converso con el hombre que

siempre va conmigo

-quien habla solo espera hablar a

Dios un día-;

mi soliloquio es plática con ese

buen amigo

que me enseñó el secreto de la

filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme

cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi

dinero pago

el traje que me cubre y la

mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho

en donde yago.

Y cuando llegue el día del último

viaje,

y esté al partir la nave que nunca

ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de

equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.


Tenéis que reconocer que los últimos versos son tan bonitos y realistas que entran ganas de llorar.

En un intento de poetisa, ilusa de mí creí que podía hacer algo parecido. Me quedé en la mitad, pero bueno la intención es lo que cuenta, y no es por tirarme flores, pero me encanta. Y la verdad es que tiene un significado muy bonito, es como mi forma de presentarme.

En una casa llena de flores me crié,

gracias a ir de la mano de mi abuela a

caminar aprendí y que si te caes 999 veces te levantas 1000.

Hay veces que parecerá imposible seguir,

pero siempre habrá alguien que te ayude a salir

de esos lugares fríos y oscuros que no me gustan a mí.

Las clases empezaron, y amigos llegué a conocer,

amigos que tengo que querer,

pues las risas que nos echamos todo el mundo las quiere tener.

Momentos felices, momentos tristes.

Momentos de amor, momentos de odio.

Momentos de los cuales guardo en este libreto.

Aunque me cueste expresar con palabras lo que siento,

lo intento.

Y ya del futuro no sabré, reír, llorar…

el señor Destino lo sabrá.

Espero que os haya gustado. Sinceramente, soy nueva en este mundillo de los blogs. Escribo, sí, pero mi vergüenza me impide poder enseñar lo que hago y normalmente acaba todo guardado en libretas y folios en el trastero o el fondo de un armario.

Para la semana prometo traer historias de princesas y dragones, o amores prohibidos, o simplemente una historia cortita que diga algo muy bonito y sencillo, o nada de lo anteriormente dicho.

Estaré por estos lares todos lo lunes bohemios.

LANA VIETTECA.

 

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